Brasil para atrás. Que esta pasando?

Una comisión del Congreso brasileño aprobó hace pocas semanas una reforma del Código Forestal que facilitará la deforestación en el Amazonas y flexibiliza el control sobre zonas protegidas. Las emisiones de CO2 aumentarán drásticamente si el proyecto fuese aprobado por el parlamento y validado por el Poder Ejecutivo como, parece, acontecerá.

El proyecto de reforma propone que cada Estado de Brasil pueda, a su criterio,
reducir hasta en 50 por ciento los límites definidos por la legislación federal
en las áreas de preservación permanente (APP) que corresponden a los bosques
protectores de cursos de agua en márgenes de ríos, lagos y manantiales.

Otra modificación atañe a la exigencia de reserva legal para inmuebles con
hasta 150 hectáreas, según la región del país. El proyecto de ley tiene
prevista una amnistía para todos los delitos ecológicos ocurridos hasta julio
de 2008, lo que estimula nuevos crímenes ambientales.

La propuesta recién aprobada, presentada por el diputado Aldo Rebelo, del
Partido Comunista de Brasil, contó con amplio apoyo de parlamentarios del
sector agrario que dominan grande parte del Congreso brasileño.

Rebelo argumenta que es necesario reformar el Código Forestal porque éste
perjudica la agricultura y con ello la provisión de alimentos para los más
necesitados. Los comunistas forman parte de la coalición gubernamental
encabezada por el presidente Luis Inácio Lula da Silva.

La iniciativa podría significar la eliminación de la reserva legal de hasta unos 70
millones de hectáreas.

Las propuestas aprobadas por la Comisión aún deberán ser analizadas en sesión
plenaria y pasar por el Ejecutivo, pero la presión es enorme para que se
apruebe en definitivo antes del 3 de octubre, fecha en la que más de cien
millones de brasileños deberán elegir nuevo Presidente, 27 gobernadores y parte
del Senado.

Ante esta ofensiva, 13 organizaciones ambientales han hecho un llamado a los
candidatos a la Presidencia para que tomen posición en defensa del medio
ambiente. A su juicio, más de 40 millones de hectáreas de bosques y sabanas en
la Amazonía quedarán habilitadas para la tala ilegal de madera.

Como se ve “el modelo brasileño” no resulta tan eficaz. Las tensiones por la posesión de los recursos comienzan a agudizarse en todos los puntos de la tierra. Por ahora siguen triunfando los poderosos que no necesariamente representan el interés general.